Bienvenidos a la página web oficial de la hermandad y cofradía de nazarenos del santísimo cristo de la Misericordia, nuestro padre Jesús de la Humildad, nuestra señora de los Ángeles, y santa Ángela de la cruz.
SANTISIMO CRISTO DE LA MISERICORDIA
En 1971, en pleno auge escultórico, y alcanzada la madurez estilística, Francisco Buiza
realiza el Santísimo Cristo de la Misericordia para Manuel González Fernández,
probablemente para un oratorio privado, cuyo domicilio se encontraba en Jerez de la
Frontera, Cádiz.
Posteriormente, Manuel González Fernández lo dona a Antonio Rodríguez Gutiérrez,
como él mismo cita el 10 de agosto de 1979 en la, a su vez, donación a la parroquia de
San José Obrero: “Yo Antonio Gutiérrez Rodríguez Pbro. en la actualidad Cura
Párroco de Alcolea del Río, Provincia y Arzobispado de Sevilla, declaro: que siendo
Párroco de la de S. José Obrero de S. Juan de Aznalfarache, recibí como donación
personal de parte de D. Manuel González Fernández domiciliado en Jerez de la
Frontera, plaza S. Marcos 5, una imagen del Señor Crucificado tallado en madera y
que mide un metro ochenta centímetros (la imagen no la cruz), y que se colocó en el
testero del Altar Mayor. Asimismo declaro que hago donación de dicha imagen a la
Iglesia Parroquial de S. José Obrero de S. Juan de Aznalfarache, poniendo como única
condición, que si algún día dicha imagen fuera retirada del culto, que nuevamente
pasase a mi propiedad o a la de mis herederos”.
La firma que documenta su autoría aparece en uno de los pliegues de la zona posterior
del paño de pureza: “Fco. BUIZA 1971”.
Desde entonces, el Santísimo Cristo de la Misericordia ha estado expuesto al culto en el
Altar Mayor de la parroquia de San José Obrero de San Juan de Aznalfarache hasta su
restauración.
El Santísimo Cristo de la Misericordia es una obra influenciada fuertemente por las
características de las esculturas de Montañés y Mesa, en especial del segundo.
Se representa a Cristo muerto, asido al madero por tres clavos, con la cabeza inclinada
sobre el lado derecho y hacia adelante, al igual que la parte superior del tórax,
describiendo, al ser observado de perfil, una S imaginaria desde la zona superior a la
inferior. Cabeza y cuerpo están realizados conforme los cánones clasicistas
“montañesinos”, donde se sublima el dolor, pero con mayor intensidad expresiva y
dramatismo. El sello personal de Francisco Buiza aparece en una anatomía más tensa,
así como una policromía donde introduce abundantes regueros de sangre. También suele
agrandar ligeramente la cabeza de sus obras, y en el caso del Santísimo Cristo de la
Misericordia, no es una excepción; a ello hay que añadirle que se encuentra unida al
torso posteriormente, lo que hace suponer que, teniendo en cuenta que se trató de un
cliente particular y un encargo personal, posiblemente ya tendría realizada la cabeza con
anterioridad, uniéndola a un torso realizado después debido a dicho encargo, ya que
Buiza solía realizar la escultura con cabeza y torso de una pieza.
El rostro, desprovisto de corona tallada sobre la sien, destila aún el sufrimiento
padecido, pero con expresión dulce. Representa el momento inmediato a la muerte. La
boca entreabierta de la imagen permite ver la dentadura y lengua perfectamente talladas.
La abundante cabellera esta realizada a base de grandes ondulaciones, la barba bífida y
los ojos aparecen entreabiertos. De la misma forma que en el rostro, la muerte se refleja
en su anatomía, pues se nos muestra aún cuando no se ha producido alteraciones
tanatológicas, sin manchas hipostáticas, plenitud mortal, relajación de cuádriceps del
muslo derecho o la caída de los gemelos. El paño de pureza es cordífero, con una
composición típica de su autor, siguiendo los esquemas de Juan de Mesa, con amplios
volúmenes y ampulosos pliegues, y anudado a una moña a la altura de la cadera
derecha.
La del Cristo de la Misericordia no es una mera escultura, sino una imagen sagrada, realizada para despertar la fe, la esperanza y la caridad de los fieles y devotos. Esta talla por ser de un Cristo crucificado transmite la entrega hasta dar la vida de Jesucristo, pero la serenidad del cuerpo y del rostro, que llega a esbozar una sonrisa, le habla al creyente de la resurrección. Por eso, la fe del que lo mira se ve invitada a abrirse a la caridad y la misericordia que llevó a Jesús de Nazaret a entregar su vida perdonando a sus propios verdugos; y también invita al creyente a confiar en que en medio de cualquier circunstancia y sufrimiento la resurrección y la vida tienen la última palabra.
El Cristo de la Misericordia comunica directamente con el fiel, transmitiendo serenidad
y tranquilidad, pero con un dramatismo más patente que los modelos que le influyen.
Mueve a la devoción a través de unas facciones que irradian dulzura, combinada a la
perfección con la expresividad del dolor de su rostro, cercano a la estética “mesina”.
Conmueve al espectador a la misma vez que se adapta a las necesidades litúrgicas, con
un realismo más veraz, duro y potente, en la línea con el estilo Barroco, que resurgía en
pleno siglo XX con el nombre de Neobarroco. Es un Cristo de gran emoción, que
impacta en los devotos y les inculca la fe. Adapta a su obra la influencia de los
escultores del siglo XVII que le inspiran, y la fusiona con una creatividad personal,
creando un estilo con sello propio.
INFORME APORTADO POR : RAMSÉS TORRES GARCIA
SANTISIMO CRISTO DE LA MISERICORDIA
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